La era de los currículos 2.0
La era de los currículos 2.0
La tecnología convierte las redes sociales en un escaparate
para los candidatos
Envía tu currículo”. “Inscríbete a
esta oferta”. “Trabaja con nosotros”. Ya se acabó la época en la que se
recortaban los anuncios de empleo publicados en los periódicos impresos o se
enviaban cartas manuscritas por correo ordinario. Hoy, la búsqueda está en la
pantalla. En la era de la digitalización, Internet se ha convertido en una
cantera de profesionales y las redes sociales en el escaparate donde desfilan
los potenciales candidatos.
Todo empezó a finales de los noventa,
con la explosión de los portales de búsqueda de empleo. Luego llegaron las
plataformas 2.0. Y, en el medio, el éxito de soportes como las tabletas, los smartphones y sus aplicaciones, que permiten estar conectados
en todo momento con cualquier lugar del mundo. “La tecnología ha sido la gran
revolución”, comenta Susana Sosa, directora del servicio Spring Professional de Adecco: “Te da una primera información que
antes era mucho más lenta de conseguir”.
Rapidez de respuesta
En un escenario donde lo que prima
son la rapidez y la conectividad, los portales siguen siendo la herramienta
mejor valorada por los usuarios a la hora de rastrear oportunidades laborales,
junto con los contactos personales, que no fallan desde los años ochenta.
Aunque las redes sociales están ganando más posiciones cada vez, de hecho son
el método de búsqueda que más ha crecido en España en los últimos años.
Del informe Redes sociales y mercado de
trabajo, elaborado por Adecco e Infoempleo, se desprende que hasta un 76% de
los encuestados en 2014 utilizó las redes sociales para encontrar empleo, un
26% más que en 2011. “Las redes se han transformado en elnetworking donde
los candidatos tienen sus contactos, ahora digitalizados”, explica Sosa.
Linkedin, la
plataforma de contactos profesionales por excelencia, con más de 300 millones
de miembros inscritos en el mundo, es la predilecta a la hora de investigar
nuevas oportunidades laborales, tanto por los trabajadores, con el 77% de las
preferencias –seguida por Facebook (46%)
y Twitter (37%)–,
como por las empresas. “Para nosotros también se han convertido en las primeras
fuentes de reclutamiento; cada vez se busca más por este canal”, asegura Sosa.
Según Adecco, el 69% de las compañías españolas se apoya en las redes sociales
para reclutar talento.
Miriam Aguado, gerente de la
consultora People
Matters, esboza un inevitable desenlace: “En el futuro los portales
seguirán existiendo, pero irán especializándose; las redes se integrarán cada
vez más y serán el camino para llegar directo a las empresas”. El próximo paso,
vaticina, es un mundo en el que el trabajo se buscará principalmente en el
móvil, a través de una aplicación.
De acuerdo con el último informe del Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones (ONTSI),
más del 60% de los internautas españoles accede a Internet a través de su smartphone. “Las empresas están diseñando aplicaciones
corporativas propias para llevar sus procesos de selección a través de esta
plataforma”, continúa Aguado, quien resalta que la creciente conectividad del
mundo moderno ha llevado a los reclutadores profesionales a modificar sus
pautas de comportamiento: “El rol de la consultora ha cambiado mucho: tiene que
dar a conocer a los directivos de recursos humanos que las redes les pueden
ayudar y enseñarles cómo sacarles partido”.
Así como los potenciales candidatos
han tenido que ir amoldando sus búsquedas a los nuevos tiempos, también las
empresas dedicadas a los recursos humanos han tenido que modificar sus
engranajes de trabajo. Luis Pérez, director de relaciones institucionales de Randstad, subraya
que, en realidad, lo que se ha transformado “no son tanto las redes de
contactos, sino la forma en la que circulan”.
“Las
empresas de trabajo temporal (ETT), de hacer reclutamiento medio-bajo, han
pasado a ofrecer servicios de RPO (Recruitment Process Outsourcing) –en los que
el cliente delega a la compañía de recursos humanos todas o parte de la fase
del proceso de selección–, hasta tener que convertirse en operadores globales
que buscan el matching perfecto: una persona para un trabajo y un trabajo para
una persona”, analiza.
Cazatalentos digitales
Incluso los head hunters, responsables de mover los hilos de las altas
esferas en las compañías más prestigiosas del globo, se han visto obligados a
reinventar parte de su estrategia frente al poderío de las redes sociales y de
los portales especializados. “El cazatalentos es aquella persona que por
principio no utiliza ningún medio de comunicación: es la caza directa”,
mantiene Carlos Ordás, director deAIM-Spain
y de Stemper Consultores.
El head hunter reitera que su trabajo sigue siendo muy
“artesanal”, aunque admite que la fase inicial de “aproximación a los
candidatos” ha sido suplantada por la digitalización. “Antes de que naciera
Linkedin no existían bases de datos públicas”, recuerda. Ordás, sin embargo,
insiste en que la abundancia de información y la cercanía que ofrece la
tecnología no siempre representa un beneficio: “Es muy rápido tener las
candidaturas encima de la mesa, pero a veces es engañoso: antes te llegaban 100
currículos, y de esos te valían 18 o 20. Ahora te valen los mismos, pero de 500
o 1.000 que recibes”.
Marca personal
De momento, solo un 32,6% de los
candidatos que envían su currículo a través de redes sociales es contactado por
un reclutador, según Adecco. Para Jean Marc Colanesi, profesor de la escuela de
negocios ESIC, el problema es
que “Internet no se utiliza ni suficiente ni correctamente”. El profesor define
la web como “una máquina de conexión, una mutación genética de lo que antes
eran los anuncios”, cuyo verdadero potencial está en la posibilidad de
convertir la búsqueda de trabajo en una tarea proactiva.
“Antes de todo, hay que definir qué marca
profesional quieres tener en el mercado, y luego construirla. Y la mejor manera
es online, con las redes sociales o con un blog. Es más efectivo que disparar
currículos por todos los lados”, resume Colanesi. “Pero no hay que olvidar que
todos son herramientas, como un martillo o un destornillador: no sirven de nada
si no se saben utilizar”, zanja.
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